Octubre - 2021
De lo que estaremos conversando hoy comenzó hace alrededor de 160 años cuando un joven de un pueblito de Cataluña con solo 15 años de edad se aventura a conocer el nuevo mundo, se asienta en Cuba y termina por poner un alambique en un galpón en Santiago de Cuba, para comenzar a producir ron.
Intento ponerme en la piel de los protagonistas de esta historia y es bastante difícil, muchos dirán “otro español que se hizo rico en Cuba”, pero para mí estas historias de realización son impresionantes. Cuando Don Facundo que todavía era solo Facundo llegó a Cuba encontró que en lugar de las vides de su infancia lo que tenía a la vista eran campos de caña de azúcar, fiel a su lema personal “Un catalán de las rocas saca panes”, se dió a la tarea de producir un ron tan suave y tan puro que rápidamente se convertiría en el ron más popular.
No sin tropiezos, bancarrotas y desastres logró legarles a sus hijos la hoy reconocida marca. Para que tengan una idea de adonde llegó la popularidad del ron del murciélago que es el logo con que se hizo internacional, les cuento que en plena intervención norteamericana los soldados bebían limón con coca cola que traían con ellos, mientras los cubanos preferían Bacardí carta blanca. Una noche al American bar de Neptuno entró un oficial que al ver la división entre soldados que habían luchado juntos mezcló en un vaso las dos bebidas y propuso brindar por CUBA LIBRE, el resto es historia, ese coctel es aun hoy uno de los más conocidos en el mundo entero.
Pero bueno, me parece que otra vez me estoy iendo del tema, el hermano de Don Facundo, José Bacardí, toma la iniciativa de la expansión de la empresa hacia La Habana tras la gran popularidad y el crecimiento de su ron. Con el paso del tiempo y tras el gran número de galardones, reconocimientos y premios tanto a nivel local como mundial, el ron Bacardí comienza a conformarse como uno de los mejores del mundo. José para el año 1880 ya está planeando construir en la capital un edificio que representara todos los logros de la marca y fuera su cuartel general, con el apoyo de la empresa lanzó un concurso con un premio de 1000 pesos que para la época era un pastón, con el fin de elegir el mejor diseño y los ganadores fueron Rafael Fernández Ruenes, Esteban Rodríguez Castell y José Menéndez, el edificio…, que digo edificio, sería más apropiado decir la obra maestra comenzó a construirse a unos 150 metros del céntrico paseo del prado en la Avenida de Bélgica No. 261 entre Empedrado y San Juan de Dios, en la zona antigua de la ciudad. Y aunque nos parezca imposible, viendo sus doce pisos (el más alto de la época) y la exquisita decoración Art Deco, estilo que vieron por primera vez los habaneros en las fachadas del Bacardí. Se terminó de construir en 1929 tan solo 300 días después de poner el primer pilote de madera que junto a otros 500 y hormigón de alta calidad y resistencia servirían como cimientos.
Como para rendir homenaje a la tierra que vió nacer a Don Facundo la decoración de la fachada se caracteriza por la utilización del azulejo, proveniente del modernismo catalán, proporcionando a esta edificación un efecto cromático insólito.
Si algo es evidente al visitar el Bacardí es que no se escatimó en gastos. Para la ornamentación, tanto de exteriores como de interiores, importaron granito de regiones europeas como Alemania, Suecia, Italia, Noruega, Francia, Bélgica y hasta de Hungría. Admirar este edificio se puede convertir para un conocedor del tema en la visita a un museo geológico y minero. Los colores de los muros enchapados en piedra de color rojo recuerdan las mieles del ron que comercializa la marca.
No puedo ni imaginar lo impresionante que sería para alguien que quisiera proponer un negocio a los Bacardí esperar en este lobby que casi llega a ser sobrecogedor por lo magnifico. Dicen los que lo vieron hace mucho tiempo atrás que el murciélago de bronce en lo más alto de la torre en las noches se iluminaba con la luz que desprendía la esfera de cristal que le sirve de base.
A estas alturas muchos se preguntarán que tiene que ver un murciélago con la bebida. Sobre todo, en estos tiempos en que los pobres animalitos son acusados de ser los causantes de la desgracia que nos ha caído, pues resulta que en los tiempos de Don Facundo, el guardián de las noches era muy apreciado, aparte de encargarse de controlar las plagas en las plantaciones también se le relacionaba con el optimismo y sabiduría, mientras que, en la antigua tierra natal de Don Facundo, simboliza la buena salud, la fortuna y la unidad familiar tanto es así que su imagen forma parte del escudo de Cataluña.
Un día Doña Amalia decide visitar el negocio en el que su esposo había invertido gran parte de su capital y descubre que una colonia de murciélagos habita la destilería, la santiaguera con raíces haitianas, con el pragmatismo característico de las mujeres de esa tierra propone adoptar este pequeño animal como emblema, pues, una gran parte de la población de la época era analfabeta para este entonces, por lo cual el emblema era un símbolo perfecto, fácil de reconocer y recordar. Poco tiempo después, la gente hablaba en todas partes, del nuevo ron del murciélago, y es que la luz larga de la familia es de otro mundo, no sé si por previsión o pura suerte, dos años antes de que la revolución confiscara todos los negocios ya su marca estaba radicada en Puerto Rico, gracias a eso pudieron al menos conservar la patente de El ron Bacardí y Cuba más que perder la marca entre otras muchas cosas perdió un símbolo que identifica a los cubanos dondequiera que se encuentren el ron más vendido del mundo, el más popular y el más importante en la actualidad. Desde 1830 hasta nuestros días, su historia y tradición supo hacerle frente a todo tipo de contrariedades y es por eso que hoy, Bacardí es la empresa líder en su rubro.
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